Personajes Inolvidables


 

Carmen ANTILLÓN
Luis Alfredo IRIARTE

Por Ana Maria Allendes Ossa

 

Luis Alfredo Iriarte, tuvo una vida llena de creatividad y amor, sumergido en el arte y su familia.

.

Desde niño fue un gran dibujante y a los 17 años, creo su personaje Chapincito en la revista Itsmania. Más tarde se dedicó al radioteatro infantil.

.

Marilena López, Directora de la Revista Infantil Alegría, y propietaria de un pequeño teatro de marionetas, contrató a Luis Alfredo, como dibujante. Allí conoció a Carmen Antillón.

.

Luis Alfredo se incorpora al equipo de titiriteros, al que pertenecían Alicia Mendoza y Matilde Montoya, acompañando a Marilena López en cada función. Cuando Marilena se enfermó, Carmen se incorporó respondiendo a los compromisos contraídos, trabajando con entusiasmo, de manera que Marilena pudiera cubrir los gastos del hospital. Cada noche le dejaban el dinero en su mesa de noche, y ella les contaba al día siguiente que eran los mormones los que la ayudaban.

.

La vida de Carmen y Luis Alfredo transcurre entre telones, cuentos infantiles y muñecos. Poco antes de casarse fundaron la compañía de Títeres Gignol y los primeros ingresos los ahorraron para comprar su casa.

.

En el año 1958, Luis Alfredo se casa con Carmen Antillón.

.

No sólo los unía el amor, también su inmenso amor por los títeres y los niños, creando personajes como el Sapito malcriado, Pelusita, el mago Fumanchu, Naricita, Conejín etc. Con ellos impartieron cursos en diferentes departamentos del país, enseñándoles a los maestros que los títeres es una extraordinaria herramienta para la labor docente.

.

En 1960, se presentaron en el Capitol, el grupo de marionetas italiano “Los Pupis”, dirigidos por Giorgio Ansaldo. Ellos acostumbraban llevarse títeres de cada país que visitaban y cuando Luis Alfredo, los fue a visitar, le encargaron un par de marionetas que representaran indígenas guatemantecos.
Cuando se los entregó, admirados de su belleza, le propusieron que efectuara con ellos una gira mundial. Pero Luis Alfredo y Carmen ya tenían su hijo mayor y deciden quedarse en Guatemala.

.

La compañía tenía dos teatros. Uno era de hierro y cortinas de tela diseñado por Luis Alfredo, el cortinaje lo confeccionó Carmen, el otro más sencillo, de dos piezas en forma de castillo.

.

Por las cortinas de esos teatros pasaron miles de veces, el Sapito Malcriado, Pelusita y Naricita, Conejín, el mago Fumanchú, Hansel y Gretel con la bruja de ojos de fuego, Batman y Robin, titanes en el Ring, el torero con su toro bravo que sacaba humo por la nariz, Juanito y Juanita contra los fantasmas, con las maravillosas trenzas elevadizas de Juanita y la dulce cucarachita Martina que se enamora del ratón Pérez y lo pierde en la olla de frijoles.

.

Todos estos cuentos eran acompañados de luces especiales, efectos de humo, trenzas o sombreros que subían y bajaban, trajes delicados elaborados por Carmen, música de moda y el entusiasmo y alegría que solo Carmen y Luis Alfredo podían poner.

.

Paralelamente trabajaron en los hospitales, disfrutando con la emoción de los niños y adultos. A Luis Alfredo y a su esposa no les interesaba el dinero, sino que sus corazones se llenaban de alegría y satisfacción al contemplar la alegría de los niños.

.

Asimismo el inmenso amor que se tenían y a los muñecos, se los trasmitieron a sus hijos. Los mayores los empezaron a acompañar en sus giras recorriendo muchos lugares de Guatemala.

.

De alguna manera u otra de acuerdo a su edad, los ayudaban en las presentaciones.

.

Cuando trabajaron en el Conservatorio Nacional, sus dos hijos mayores se encargaban de recibir los boletos en la entrada, sintiéndose muy importantes si llegaban compañeros conocidos. Al final de la función, corrían por los pasillos secretos, túneles y pasillos del conservatorio, orgullosos de ese lugar en que venían a ver a sus padres.

.

Su hijo mayor, describe así su experiencia: “Ser hijo de titiritero, es una experiencia fuera de lo común.
Es crecer en un mundo lleno de fantasías y moralejas, de mucha bondad y de buenos principios.
Es admirar sus destrezas para fabricar un títere. Es admirar como expresan en sus rostros cada uno de los personajes, es poder verlos llorar, reír, pelear y lo más divertido verlos bailar.

.

Luisa Fernanda, su segunda hija, recuerda que fue una niña diferente a todas sus compañeras de colegio, tenía un mundo lleno de fantasía, con un taller mágico lleno de marionetas, pinturas, teatros, cuentos, disfraces, pinturas etc., todo lo que necesitaba una niña para ser feliz.

.

Carmen María recuerda que fue un orgullo ser hijos de los que llevaban tanta felicidad a los niños y adultos.
Cuando hizo su práctica en el Hospital de Cancerología, organizaron una función en la sala de Hombres, y llegaron sus papás a dar una función. Con el carisma, entrega y alegría que los caracterizó siempre, hicieron de esa reunión algo especial.

.

Si había presentaciones paralelas, su hija más pequeña Blancarosa, recuerda que debían dividirse. Si a ella le tocaba con su mamá, no había problema, pero si iba con su papá, se debía encargar de la música y asegurarse que la aguja del tocadisco llegara al lugar adecuado. Siempre tenía temor, aunque nunca falló. La premiaba la gran sonrisa de su papá.

.

Siempre inquietos e interesados por la niñez, formaron parte del Consejo de Bienestar Social de Guatemala, desde donde organizaban cursillos, visitando a los maestros de todo el país y enseñándoles las técnicas para hacer títeres.
La idea era que ellos hicieran su propio teatro y dieran funciones en su comunidad.

.

La compañía promovió el Festival de Títeres, donde participaban los maestros y alumnos de los establecimientos donde impartieron los talleres.
Se trataba de la exposición más grande de Guatemala que se montaba en los corredores de Palacio Nacional.
Recibieron medallas, diplomas, reconocimientos y agradecimientos por la labor que hacían en pro de la niñez guatemalteca.

.

También en el año 1987 fueron contratados por Fundación Pediátrica Guatemalteca para recorrer las pediatrías de los hospitales nacionales y celebrar durante el mes de octubre el mes del niño.

.

Entre muchas de las anécdotas simpáticas que les tocó vivir, un día una niña les pidió que le hicieran una marioneta igual a ella, casi de su tamaño y así lo hicieron.
Años más tarde llegó a visitarlos y les mostro la marioneta, la cual había cuidado con mucho amor durante todos esos años. Les contó que siempre la acompañaba y que cuando se casara dentro de pocos días, se la llevaría al Perú.

Una de las bellas costumbres que Luis Alfredo tuvo por más de cincuenta años, fue hacer un bello nacimiento para Navidad del tamaño de un cuarto de aproximadamente 3 x 3 metros.
Cada año era diferente, con luces, bellos fondos pintados por él, pastores, ríos con agua verdadera, música; ganó varios concursos de la Iglesia.

.

Los últimos 4 años de su vida, su hija Luisa Fernanda lo hizo para él, Carmen ya había fallecido y Luis Alfredo enfermado; ya no era tan grande ni tan bello, pero su hija quiso seguir con la tradición.
Llevaba a su padre al mercado para que escogiera la manzanilla y las flores que se ponían; los colores de aserrín que quería, haciéndole partícipe de ello. Para que sintiera que era de él, como en realidad siempre lo fue.

.

PELUSITA Y NARICITA
Seguramente fueron los personajes más importantes del repertorio de la Compañía.

.

Pelusita, moderno, hippy, canteneador; Naricita, delgadita, sexy, narizoncita. Siempre se escondían uno del otro, entre las cortinas, las puertas y las ventanas, hasta que se encontraban y bailaban felices.

.

El 24 de Mayo de 2008, Carmen fallece de un paro cardíaco.

.

Luis Alfredo quedó desolado. Se fue su gran amor, su compañera, a la que amó por sobre todas las cosas se había ido.

.

Solicitó que pusieran a Naricita al lado de Carmen en el ataúd, y que cuando él se fuera, lo enterraran con Pelusita.

.

Ya no hubo más funciones. Luis Alfredo añoraba a Carmen, no entendía porque se había muerto.

.

Pese a ello, en su interior todo era paz, amor y una sonrisa, siempre teniendo una palabra sabia en sus labios.

.

Cuando falleció, su cara irradiaba paz y tranquilidad, a su lado en el ataúd, estaba Pelucita.
Fue un Domingo 17 de Agosto. Su hija Luisa Fernanda dice que el cielo celebró su bienvenida y que su mamá lo recibió con un bello vestido, cantando y con mucha alegría, porque ellos era el uno para el otro.

.

Carmen Antillón Milla de Iriarte y Luis Alfredo Iriarte Magnin, dejaron un legado de felicidad, fantasía y alegría para muchas generaciones guatemaltecas y seguramente seguirán por ese mundo maravilloso que fue la vida de titiriteros entreteniendo a los angelitos.

.

Luisa Fernanda dedicó sus recuerdos:
A mis papás, de quienes recibí siempre ejemplo de amor, de compartir, de humildad y sabiduría, que me hicieron de mí, como hija, madre, hermana y persona. Gracias por haberme permitido vivir en un hermoso mundo de fantasías y sueños. Gracias por hacer de esta familia lo mejor.
Los quiero.
Luisa Fernanda.

.

Bibliografía: Recuerdos y a apuntes proporcionados por Luisa Fernanda Iriarte.

.

.

.

.

.